Horacio Rodríguez Larreta, la paloma que ocultaba un halcón

Horacio Rodríguez Larreta, la paloma que ocultaba un halcón

El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, quiere ser presidente desde hace décadas y para intentar ganarle a Patricia Bullrich endureció su discurso en búsqueda del voto de un electorado que percibe cada vez más derechizado, lo que se refleja en la mutación de su narrativa desde su lanzamiento como precandidato, el 23 de febrero.

Ese día anunció su precandidatura presidencial desde el kilómetro cero de la ruta 40, columna vertebral de la Argentina: allí hizo público un deseo que abriga desde hace casi 30 años y por el que está dispuesto, como demostró en los últimos meses, a adaptar su discurso al electorado al que aspira a representar.

En el inicio de la campaña, ese perfil de votante encontró en su competidora en la PASO de Juntos por el Cambio una narrativa más dura a la que representaba en un primer momento el propio Larreta, a quien aliados, adversarios y analistas encuadraban en la categoría ‘dialoguista’.

Ante esa disyuntiva, el jefe de Gobierno porteño optó por ir mutando la lógica ‘paloma’ en lógica ‘halcón’ porque sin ganarle la PASO a la exministra de Trabajo de Fernando de la Rúa naufragaría su sueño presidencial.

Aunque Larreta ha dicho públicamente que la división entre ‘halcones’ y ‘palomas’ le parece “una boludez”, con su posicionamiento de los últimos meses intenta convencer paulatinamente a sus votantes de que él es la mejor opción dentro de la coalición opositora.

Rodríguez Larreta, de 58 años, es Licenciado en Economía, máster en Administración de Empresas en la Universidad de Harvard y

en 1993 fundó el Grupo Sophia, una ONG dedicada a la formación de jóvenes con vocación política.

Ese grupo lo acompañó en 2002 cuando decidió participar activamente de la política de la mano de Mauricio Macri, con quien fundó el partido Compromiso para el Cambio en 2003, que luego pasó a llamarse Propuesta Republicana (PRO) en 2005.

Tras ocupar cargos en los gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rúa y ser jefe de Gabinete de Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires, en junio de 2015 fue electo jefe de Gobierno porteño con el 53% de los votos y reelecto para el mismo cargo en 2019 por el 55,9% de los sufragios.

En febrero, cuando lanzó su precandidatura presidencial, este racinguista fanático y padre de tres hijas hablaba de la necesidad de “cerrar la grieta en Argentina”.

De inmediato, Bullrich lo trató de “tibio” y el jefe de Gobierno porteño afinó el lápiz de su para para no regalarle a su contendiente el monopolio de la “fortaleza”.

En marzo, en el Día Internacional de la Mujer, Larreta dijo que de ser electo Presidente iba a cerrar el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad con el argumento de que ya muchas áreas se encargan de atender la problemática femenina.

Así se desmarcó de la ampliación de derechos en materia de género y de la lucha feminista.

El 2 de mayo, endureció los requisitos para acceder a los planes sociales que otorga su distrito: dijo que las capacitaciones pasaban a ser obligatorias y que para mantener el beneficio los hombres y mujeres tendrían que aceptar cualquier trabajo que el Estado local les indicara.

Se sumó así al rechazo y la estigmatización de una parte de la sociedad a que los sectores más necesitados reciban ayuda del Estado.

El 29 de mayo presentó con “orgullo” las primeras pistolas Taser que el Gobierno porteño podía empezar a usar, criticó al Gobierno nacional por la inseguridad y planteó que en caso de ser electo al frente del Ejecutivo no iba a dudar a la hora de usar el Ejército para “sellar” las fronteras.

Eligió así un tema que a la sociedad le genera mucha angustia y apeló no a las causas del fenómeno sino a la respuesta represiva que tan bien suena en algunos oídos.

El 20 de junio, luego de la salvaje represión de Gerardo Morales en Jujuy a la enorme movilización de repudio a la modificación de la Carta Magna provincial, Larreta le envió todo su apoyo “a Gerardo Morales y a los jujeños que quieren vivir mejor”.

“Los votos moderados ya los tiene; ahora tiene que intentar pescar fuera de la pecera para intentar sacarle votos a Patricia”, dice alguien de su entorno que confirmó que la estrategia de “halconización” se va a profundizar en adelante, por lo menos hasta que se realice la primaria.

Pese que integró los gobiernos de Menem (fue gerente general de la Anses); De la Rúa (fue interventor del PAMI) y de Macri en la ciudad de Buenos Aires (fue su jefe de Gabinete porteño y su jefe de campaña para acceder a la sede de Bolívar 1), cuesta identificar a Larreta con el radicalismo o con el peronismo.

Más fácil es hacerlo con el PRO, partido al que contribuyó a construir y en el que compartió largos años con Macri: pero ahora compite con él por la conducción del espacio.

La excusa fueron las elecciones concurrentes en la CABA: la cuestión de fondo, el liderazgo y la sucesión dentro de la fuerza política.

Macri, en la interna entre Larreta y Bullrich, quedó del lado de su exministra de Seguridad.

Más allá de los posicionamientos individuales, los precandidatos de Juntos por el Cambio coinciden en ciertas premisas fundamentales en cada una de sus presentaciones: proponen reducir el Estado, eliminar gran parte de los convenios colectivos de trabajo, reemplazar las indemnizaciones por seguros de desempleo, perseguir la protesta social, aumentar las tarifas, podar los planes sociales.

La diferencia, en todo caso, es el cómo: Bullrich quiere hacer cirugía mayor sin anestesia y no está muy interesada en generar consenso con el resto del arco político. Aspira apenas a generar una alianza con los legisladores que obtenga el espacio de Javier Milei.

Larreta, en cambio, no descarta generar alianzas con el peronismo no kirchnerista porque cree que la sociedad está desgastada por la inflación y los años de pandemia, por lo que no hay margen para un ajuste que no sea gradual.

Sólo uno de los dos, en las elecciones generales del 24 de octubre, tendrá la posibilidad de hacerle la propuesta a la sociedad de cara a la elección general.

En la elección primaria se impondrá el que sepa interpretar mejor el humor del electorado propio.

Share