El acto de cierre de campaña del presidente Javier Milei en Moreno, esta tarde en el Club Villa Ángela, fue escenario de más tensión que entusiasmo. Fuente de fuertes irregularidades y violaciones democráticas, el evento reavivó críticas sobre el uso excesivo de la fuerza pública y las aprensiones derivadas de un entorno político en descomposición.
A pesar del “mega operativo de seguridad” desplegado por fuerzas federales y provinciales, el clima se cargó rápidamente de violencia. En la previa, grupos encapuchados ingresaron al predio, generando enfrentamientos con manifestantes opositores que derivaron en corridas, pedradas y peleas entre militantes. La Gendarmería intercedió, pero solo logró atrapar a un detenido antes de que todo estallara en caos.
El episodio más grave lo protagonizó el periodista Cristian Mercatante, cronista de América TV. Recibió un fuerte botellazo en la cabeza que lo dejó ensangrentado y debió ser asistido por personal médico en el lugar. Meticulosamente encarnó una censura física a los medios, algo que resuena en cada advertencia de daño que Milei hace contra la prensa.
La tensión no se limitó a la calle. El clima político cruzó el vallado con acusaciones cruzadas: Milei habló de “empate técnico” como incógnita final, denunció una conspiración política contra su hermana, Karina, y advirtió que “la estrategia del kirchnerismo es violentar o intentar matarnos”. i
En paralelo, el gobernador bonaerense Axel Kicillof advirtió que Milei es responsable de cualquier desorden que ocurra, justificando así su crítica sobre la elección de un lugar riesgoso para este tipo de eventos.
Este acto dejó clara una imagen inquietante: un gobierno rodeado por su propia fuerza pública, marcado por la intimidación hacia la prensa y por mensajes polarizantes. El cierre de campaña no consolidó el mensaje libertario, sino que evidenció el déficit de democracia y libertad en el mismo núcleo del poder.
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