Un 85% de mujeres diagnosticada con trombofilia puede tener un hijo sano con tratamiento adecuado

Un 85% de mujeres diagnosticada con trombofilia puede tener un hijo sano con tratamiento adecuado

La trombofilia constituye un factor de riesgo durante el embarazo que en caso de no tratarse una vez diagnosticada reduce al 20 por ciento la posibilidad de tener un hijo sano, mientras que con el tratamiento adecuado esa expectativa se eleva al 85 por ciento, indicó hoy el jefe de Obstetricia del Hospital Durand, José Omar Latino, en la víspera del Día Internacional de la Trombofilia.

En 1995 la Sociedad Internacional de Trombosis y Hemostasia (ISTH) definió a la trombofilia como una tendencia aumentada a la trombosis, es decir un factor de riesgo que puede afectar a cualquier persona pero en caso de manifestarse en el embarazo puede resultar grave.

La trombosis es un trastorno del sistema sanguíneo con formación de coágulos, por lo que se trata de un problema de la sangre, ya que esos coágulos o trombos interrumpen la circulación impidiendo el pasaje del líquido sanguíneo.

“Todos sabemos que la sangre es el líquido de la vida porque lleva oxígeno y sin oxigeno no hay vida”, precisó a Télam el especialista.

Latino explicó que la trombosis puede ser arterial o venosa. La arterial está representada por un infarto agudo de miocardio o un accidente cerebro vascular (ACV), y la venosa por la trombosis venosa profunda (TVP) y el trombo embolismo pulmonar (TEP), que presenta una mortalidad a corto y mediano plazo del 48% aproximadamente.

Con respecto al impacto de la trombofilia en el embarazo, Latino dijo produce “abortos a repetición, feto muerto, hipertensión, desprendimiento de placenta antes de tiempo, restricción de crecimiento fetal dentro del útero y parto prematuro antes de las 37 semanas de gestación”.

Al respecto, sostuvo que los estudios solo deben realizarse a personas con “sospecha de trombofilia”, es decir que hayan padecido alguno de los trastornos mencionados.

Por otra parte, informó que las trombofilias se clasifican en hereditarias y adquiridas.

Las hereditarias se deben a una alteración genética en alguno de los componentes de la sangre que intervienen para que esta no se coagule dentro de los vasos, pero actualmente se recomienda solo estudiarla en pacientes con antecedentes personales o familiares de trombosis arterial o venosa, apuntó.

En el caso de la trombofilia adquirida se trata de un afección autoinmune (Síndrome Antifosfolipídico – SAF), que se presenta cuando el sistema inmunitario produce, por error, anticuerpos que aumentan las probabilidades de que se formen coágulos en la sangre.

Este último fue el caso de Natalia Pauliello Jofré, de 41 años, quien luego de sufrir la pérdida de dos embarazos fue diagnosticada de SAF.

“La primera pérdida la sufrí cuando tenía 18 años”, contó a Télam Natalia y relató que pasaron 5 hasta que volvió a quedar embarazada pero “a las 12 semanas empezaron las pérdidas y dolores”, hasta que supo que la gestación no había avanzado.

El diagnóstico de SAF lo obtuvo a las seis semanas de enterarse de su tercer embarazo y dispuesta a poner su cuerpo siguió adelante. “Cada control era una lucha ganada”, dijo la madre de Sebas (14) y Doli (6), a quien le gusta jugar al fútbol.

“Me entregué y confié en mi médica para no volver a perder un embarazo”, añadió y relató que necesitó tener “mucha tolerancia al dolor” aunque “llegar a la meta vale todo lo vivido”.

Por su parte, Latino recordó que la Ley 27.611, conocida como de los 1000 días, establece que para las personas con sospecha de trombofilia, el Estado tiene la obligación de “procurar el acceso a los estudios diagnósticos gratuitos y a los tratamientos establecidos para tal condición, tanto para quienes tienen cobertura pública u otra cobertura social”.

En tanto, remarcó que en el Hospital Durand funciona desde hace más de 30 años un consultorio de enfermedades autoinmunes trombofílicas y embarazo donde se realiza en forma gratuita el diagnóstico y tratamiento a las pacientes sin cobertura social.

“Los estudios no son de bajo costo y por eso muchas veces escuchamos pacientes angustiadas, que presentando esta patología no tienen acceso posible a un centro privado de fertilidad o cobertura social para este diagnóstico y eventual tratamiento”, advirtió Latino.

Para llegar al diagnóstico SAF, el especialista explicó que se deben cumplir algunas condiciones: al menos un criterio clínico (antecedentes de trombosis arterial o venoso o complicaciones obstétricas), sumado a un criterio de laboratorio (anticardiolipina/antiB2 Glicoproteina 1 y/o anticoagulante lúdico) que debe ser positivo por lo menos en 2 ocasiones separadas por doce semanas.

En cuanto al tratamiento, refirió que “se basa en administrar aspirina en baja dosis y heparina de bajo peso molecular, una sustancia que es anticoagulante, y se trata de aplicar una inyección en la panza de la paciente cada mañana”.

“Me diagnosticaron SAF después de perder 3 embarazos, no había contención para atravesar estas pérdidas, así que empecé a moverme para buscar mi diagnóstico”, recordó en diálogo con Télam Thelma Gabriela Lallana, mamá de Maitena, de 6 años.

Thelma contó que encontró que había grupos de mujeres a las que les pasaba lo mismo y decidió buscar a profesionales de la salud hasta que finalmente tuve su diagnóstico.

“Tres años después del diagnóstico, con mucho miedo pero con el poder de saber cuál era mi enfermedad busqué mi cuarto embarazo y a los ocho meses de gestación nació mi hija Maitena”, contó.

Sobre su tratamiento, aseguró que lo pasó “súper bien” y recordó: “Era una inyección por día en la panza, la cual me aplicaba el papá de mi hija porque yo no me animaba hacerlo” La mujer de 35 años expresó que recibía esas inyecciones sabiendo que de esa manera iba a nacer su hija.

Por último, Latino aconsejó que ante la presencia de cualquiera de los síntomas mencionados, antes de buscar un nuevo embarazo, hay que consultar a su medico obstetra porque “cuidarse es quererse”.

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