Hasta 1995 cuando Ricardo Romera llegó al gobierno, Tapalqué era un pueblo que dormitaba como tantos otros la eterna siesta de la pampa bonaerense. Romera, médico y peronista, tenía proyectos de vanguardia para mejorar la vida de los tapalqueneros, en especial la de los postergados de siempre. Siendo intendente la muerte vino a querer interrumpir su obra, pero no pudo.