Los hijos de Wanda Taddei y otros jóvenes víctimas de femicidas, reunidos en una ONG

Los hijos de Wanda Taddei y otros jóvenes víctimas de femicidas, reunidos en una ONG

Beatriz Regal, la madre de Wanda Taddei, asesinada hace 12 años, presentó una asociación civil que está integrada por sus nietos y por jóvenes cuyas vidas fueron impactados por femicidios ocurridos en sus familias, espacio donde las expresiones artísticas serán las convocantes para que “la muerte quede atrás y la vida sea la protagonista”.

Por Silvina Molina (Télam)

Esa frase de Beatriz define el espíritu de esta idea que tejió en pandemia, a través de encuentros por zoom y llamadas telefónicas, con la psicóloga Sonia Grossi Alzugaray, de la Casa de la Mujer de Coronda, en la provincia de Santa Fe.

El encuentro con Télam para presentar la flamante organización juvenil es el quincho de la familia Taddei, con café preparado por la anfitriona y alfajores santafecinos aportados por Sonia.

Fue en ese quincho donde la idea terminó de concretarse.

“Estabamos acá con los hijos de Wanda, y uno me contó cómo le ayudó la música para superar lo de su mamá”, cuenta la profesional.

Eduardo Vazquez, baterista de la banda de rock Callejeros, fue el femicida de su mamá. El asesino usó fuego para atacarla, la mujer sobrevivió 11 días y murió en febrero de 2010.

Sus hijos -que no son hijos de Vazquez- tenían 6 y 9 años.

“Para mí es un placer enorme ver lo grande y sanos que están. Y por otro lado, me da tanta pena que su mamá no pueda ver el crecimiento y el desarrollo que han tenido estos chicos”, dice su abuela, y se emociona.

Los jovenes tienen 18 y 21 años, viven con su papá “y su mamá del corazón, que es extremadamente amorosa. No hay algo material para pagarle lo que ha hecho por mis nietos”, destaca Beatriz.

“La famila colaboró: los abuelos, tíos, tías, primos, los acompañamos siempre”, resalta con orgullo, y recuerda que tiene cinco nietos mas y tres bisnietos, y valora que Sonia tiene una “relación especial” con los hijos de Wanda.

La psicóloga hace casi 30 años que trabaja con niñeces y adolescencias que transitaron distintas situaciones de violencia.

En la Casa de la Mujer “alfabetizamos desde hace 20 años, y ahora chiques que pasaron por allí ahora alfabetizan o estudian Trabajo Social o son psicólogas sociales”, cuenta la santafecina, que considera que la ONG le enseñó mucho “pero sobre todo caminar el territorio, y escuchar lo que dicen les jóvenes. Ahora, por ejemplo, pidieron clases de danza, de guitarra, y así vamos sumando actividades”.

Las mujeres se conocen desde hace sólo dos años, pero se nota la relación potente y amorosa que han generado.

Hace pocos meses surgió la idea de reunir a jóvenes cuyas vidas fueron y son impactadas por femicidas, y hoy ya tienen la personería jurídica.

Se trata del Movimiento de Hijes Víctimas de Femicidios, Transfemicidos y Travesticidios: “El arte será el eje central para reunirles. Apostamos a la vida”, dicen, porque se complementan cuando definen el objetivo de la iniciática experiencia.

“Y no hablamos de sanar, no me gusta la palabra sanar como una cosa balsámica. Hablamos del arte en todas sus expresiones, que ayude, y si no ayuda a curar del todo, seguramente va a ser mucho más aliviador”, explica la psicóloga.

Beatriz refuerza: “Estamos apostando a la vida. No se puede sanar el dolor, está siempre, y una se va disfrazando un poco de que lo supera, pero está ahí nomás”.

Dice la frase y busca en su teléfono una foto que le hicieron, se la muestra al fotógrafo de Télam, y le confiesa: “Mirá, tu colega me descubrió el alma”, porque allí se la ve con una expresión poco conocida en esta mujer potente, que hoy tiene brillos en el pelo y un prendedor que es una mariposa en su pecho.

“Cada vez que tengo reuniones con jóvenes en las escuelas me doy cuenta que están tan ávidos de aprender .Yo aprendo tanto”, comparte.

Ella y su esposo Jorge se convirtieron en activistas por la no violencia en estos 12 años.

Beatriz habla con entusiasmo de esta nueva organización juvenil, pero aclara que no dejará de dar sus charlas.

“Este movimiento que presentamos es el primer escalón de una escalera bastante larga, yo sé que no voy a ver el cambio, pero llegará un mundo mejor. Yo aprendí recorriendo el país con mi experiencia que la violencia es un un problema sociocultural. Si es algo sociocultural, indefectiblemente, el cambio tiene que pasar por la educación, entonces a eso me dediqué”, afirma y describe así su trayectoria.

Las mujeres ya tuvieron reuniones con funcionarias y funcionarios nacionales, integrantes de la Legislatura porteña, del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y de Naciones Unidas.

“Nos han apoyado, no hay una experiencia de este tipo en el mundo”, resaltan.

Fue su decisión que no estuvieron las y los jóvenes que integran la organización en esta charla, porque quieren respetar sus tiempos, mientras, también comienzan a tejer alianzas con referentes del arte y buscan un espacio físico para funcionar.

Beatriz dice que quiere “darles lo mejor” a quienes están en este nobel movimiento juvenil, y “ayudarles a sacar lo mejor que tienen”.

Sonia aporta que necesitan hacer un relevamiento “lo mas real posible” que incluya a jóvenes a partir de 18 años, con cualquier parentesco con una mujer de la familia asesinada por un femicida, para “tener un panorama de la situación”.

La grabación se apaga, y ellas cuentan, risueñas, algunos proyectos que aún no quieren adelantar.

“Nos vemos en unos pocos meses y contamos todo, con les chiques”, promete Sonia.

Allí estaremos.

Share