Ingreso en Facultad de ingeniería: luces y sombras en la vuelta a la presencialidad post-pandemia

Ingreso en Facultad de ingeniería: luces y sombras en la vuelta a la presencialidad post-pandemia

La FIO volvió a desarrollar durante el corriente año su tradicional Programa para Ingresantes, un proyecto que ha contribuido a mejorar las condiciones de acceso y permanencia de quienes ingresan al primer año de esa casa de estudios.

La pandemia, cuándo no, modificó los planes. En tal sentido, 2022 planteaba muchos interrogantes que la vuelta a la presencialidad puso sobre la mesa.

Días atrás, el equipo responsable del Programa emitió su informe en el que detallan conclusiones sobre lo observado. Un conjunto de buenas y malas noticias que sirven como insumo para lo que sigue.

La de este año fue la octava edición del Programa institucional para ingresantes, un proyecto que apuntó a dotar de herramientas a quienes ingresan a la Facultad de Ingeniería olavarriense, tanto en el plano académico como en el socio-personal.

Para alcanzar esos objetivos, se han propuesto diferentes actividades que les permitan desarrollar temas de matemática, algunas estrategias de resolución de problemas, así como elementos básicos de lectura, escritura y oralidad, entre otros abordajes. Participan en el dictado tanto docentes como estudiantes de la FIO.

Febrero de 2020 significó la última instancia previa a la pandemia de Covid-19 en la que la totalidad de las actividades resultó presencial. Mabel Juárez (como Coordinadora) y Estefanía Laplace (como colaboradora) tienen a su cargo la conducción del Programa. “Durante el primer año de virtualidad, los docentes, de todos los niveles educativos, hicieron esfuerzos considerables para dar continuidad a las actividades académicas y ofrecer contenidos que nunca habían sido diseñados para abordarlos de manera virtual”, sostiene Juárez. “En la mayoría de los casos, los docentes asumieron esos desafíos con estrategias propias de las clases presenciales. Se perdió entonces el poder de observación de lo que realmente estaba sucediendo con su enseñanza”, completó.


Laplace, por su parte, sostiene que “la tecnología nos salvó para enfrentar esa situación pero no se puede ignorar lo que expresan numerosos especialistas en el sentido de que eso no alcanzó, ya que muchos docentes no disponían de los recursos ni estaban capacitados para usarlos con fines pedagógicos”.

Luces y sombras


El informe emitido por el cuerpo docente del Programa para Ingresantes es muy contundente respecto de la pandemia y sus consecuencias académicas: “La suspensión de las clases presenciales ha impactado negativamente en muchos de los estudiantes que hoy ingresan a nuestra Facultad”, expresa el documento. Tal aseveración no refiere solo a la falta de contenidos de matemáticas imprescindibles para el manejo en la FIO o a los escasos hábitos de estudio, sino “especialmente, al aspecto emocional de los ingresantes”.


Estefanía Laplace reflexiona que “muchos de ellos se mostraron angustiados frente al vacío de conocimientos que ellos mismos percibían, estaban muy lejos de la propuesta ofrecida por la Facultad”. La docente, que integra el equipo del Programa desde sus inicios, relata que “los docentes nos esforzamos en sostenerlos emocionalmente, pero el tiempo no ha sido suficiente para que pudieran acercarse a esas capacidades requeridas en la instancia inicial de una carrera universitaria”. Las conclusiones reportadas días atrás refieren que “eso se tradujo en una falta de motivación para el estudio”. Laplace resalta, como contrapartida, que era notorio el esfuerzo de muchos ingresantes por participar, preguntar y comprender.


Mabel Juárez sostiene que “otro aspecto para comentar está relacionado con lo actitudinal. Por ejemplo, en años anteriores la mayoría de los ingresantes respondían la encuesta que se les hace al finalizar el Programa, pero este año apenas logramos contar con poco más del 50% de opiniones”.


La evaluación final del espacio de Formación en Matemática muestra resultados que ubican a un muy bajo porcentaje de estudiantes con notas superiores o iguales a 7, que podría considerarse con bases sólidas para nuevos aprendizajes.


“Algo que nos llamó la atención fue la cantidad de estudiantes que entregaron hojas en blanco porque, según expresaron, les daba ‘vergüenza’ mostrar lo realizado. Es decir, la situación de los estudiantes es mucho más compleja de lo que imaginábamos con respecto a los aprendizajes, las actitudes y las emociones que demostraron”, concluyen Mabel Juárez y Estefanía Laplace, conscientes de que el retorno a la presencialidad es un valioso paso adelante pero aún queda mucho por recorrer.

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