La relación entre el papa Francisco y el presidente argentino Javier Milei ha transitado de un encuentro cordial en febrero de 2024 a una marcada tensión, evidenciada por las críticas del Pontífice hacia las políticas del gobierno libertario. En septiembre de 2024, Francisco expresó su preocupación por la represión de manifestantes que protestaban contra modificaciones en la ley jubilatoria, señalando que “el gobierno se puso firme y en vez de pagar la justicia social, pagó el gas pimienta” .
Durante un simposio con movimientos sociales en el Vaticano, el Papa cuestionó la “meritocracia” y la exaltación de la acumulación de riquezas, advirtiendo que “los frutos de la prosperidad económica no se reparten bien” . Estas declaraciones contrastan con la visión de Milei, quien considera la justicia social como un obstáculo para la libertad individual.
En otro mensaje dirigido a jueces argentinos, Francisco enfatizó que “el Estado, hoy más importante que nunca, está llamado a ejercer ese papel central de redistribución y justicia social” . Estas palabras fueron interpretadas como una crítica al enfoque de Milei, quien promueve una reducción del rol estatal en la economía.
La postura del Papa ha generado respuestas desde el gobierno argentino. El vocero presidencial, Manuel Adorni, manifestó que “la justicia social en esta lógica de sacarle a unos compulsivamente para darle a otros ha generado en la Argentina un 50% de pobres” . Estas diferencias reflejan una profunda discrepancia ideológica entre el líder espiritual y el mandatario argentino.
La creciente tensión entre Francisco y Milei pone de manifiesto el debate sobre el papel del Estado en la promoción de la justicia social y la respuesta a las demandas populares. Mientras el Papa aboga por políticas que prioricen la equidad y la inclusión, el gobierno argentino sostiene una visión centrada en el libre mercado y la reducción del intervencionismo estatal.
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