El 7 de mayo de 1919, en la localidad bonaerense de Los Toldos, nacía una de las figuras más influyentes, amadas y polémicas de la historia argentina: María Eva Duarte de Perón, conocida por todos como Evita. A más de un siglo de su nacimiento, su legado político, social y simbólico sigue marcando el pulso del país y dividiendo aguas entre la veneración popular y las críticas persistentes de sectores conservadores.
Hija ilegítima de un estanciero y criada en la pobreza, Evita forjó desde muy joven una voluntad férrea por hacerse un lugar en el mundo. A los 15 años partió rumbo a Buenos Aires para buscar su destino como actriz, pero fue en la política donde alcanzó una dimensión histórica. Su vida dio un giro definitivo en 1944, cuando conoció al entonces coronel Juan Domingo Perón, con quien contrajo matrimonio en 1945. Apenas un año después, Perón fue electo presidente y ella se convirtió en Primera Dama de la Nación, aunque su papel excedió ampliamente ese rol.
Desde su lugar en la Fundación Eva Perón y al frente del Partido Peronista Femenino, impulsó un activismo sin precedentes. Fue una voz decisiva en la conquista del voto femenino en 1947 y una defensora apasionada de los derechos de los trabajadores, los humildes y las mujeres. En poco tiempo, se transformó en la “abanderada de los descamisados”, generando una conexión directa y emotiva con los sectores populares que aún hoy perdura.

Su estilo frontal y combativo despertó tantas adhesiones como rechazos. Para sus seguidores, fue una santa laica, una líder espiritual, la representación de una justicia social posible. Para sus detractores, una figura autoritaria, populista y manipuladora. Esa dualidad alimentó un mito que creció exponencialmente tras su muerte prematura en 1952, a los 33 años, víctima de cáncer.
Hoy, Evita es símbolo, bandera y memoria viva. Su rostro acompaña billetes, murales, discursos y movilizaciones. Su nombre sigue inspirando a generaciones de militantes que ven en ella un modelo de entrega, lucha y pasión política. En este nuevo aniversario de su nacimiento, su figura convoca a la reflexión: sobre el poder transformador del liderazgo popular, sobre la vigencia del peronismo, y sobre el lugar de las mujeres en la historia argentina.
Evita no fue solo una protagonista de su tiempo: fue, y sigue siendo, una fuerza que atraviesa el siglo. Una llama encendida en Los Toldos que aún alumbra los caminos del pueblo.