En la semana de la lactancia reflexionamos sobre la importancia del amamantamiento como un hecho cultural que nos involucra a todas, todos, todes

En la semana de la lactancia reflexionamos sobre la importancia del amamantamiento como un hecho cultural que nos involucra a todas, todos, todes

Desde 1992 se realiza en todo el mundo la Semana de la Lactancia. Una semana para pensar, profundizar y valorar; para que a nadie incomode amamantar en público, para seguir compartiendo circuitos, lazos y saberes. 

El Ministerio Cultura de la Nación en articulación con el Ministerio de Salud de la Nación y el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, proponen actividades conjuntas con el objetivo de concientizar e incorporar a todos los actores posibles dentro de una lactancia entendida como coresponsable, para la cual toda la sociedad debe estar comprometida y acompañando.

Los beneficios de la leche materna son indiscutibles, proporciona todos los nutrientes y defensas necesarias para el crecimiento y el contacto fortalece la relación de afecto. Pero además de los beneficios nutricionales, existen alternativas para aquellas madres que por cualquier motivo se ven imposibilitadas de dar la teta a sus hijos e hijas, redes solidarias que brindan consejo y opciones para que lo primordial, sea poder contar con ese momento de encuentro, para fortalecer la conexión afectiva en ese acto cotidiano.

A través de historias de vida y de experiencias profesionales, mujeres y hombres reflexionan sobre la lactancia como una construcción social y política que nos mejora como humanidad y cuyas acciones impactan en nuestras comunidades.

Sandra Laporta es partera profesional y obstetra, plantea las múltiples dimensiones que se conjugan en esta práctica. 

La lactancia nos da las bases para una buena salud y hay que tomarla como una vivencia que toma lo biológico, lo psicológico, lo emocional, lo sexual. Una vivencia dinámica, que nos trae una de las necesidades más grandes para la supervivencia del ser humano después de nacer, que es la afectividad. Tiene como objetivo una vivencia evolutiva y nutricional. A los nutrientes, está ligado el aspecto afectivo. Si tenemos en claro esto, ¿por qué entonces cuesta tanto amamantar?.

Estamos acostumbradas a una cultura patriarcal, donde el hombre tiene el poder y la mujer una actitud pasiva, entonces, llegamos a la lactancia no sintiéndonos protagonistas. Vivimos en una cultura en la que todo se compra, que pondera el materialismo, que no confía en lo que el cuerpo sabe hacer. Entonces, a la hora de amamantar, nos cuesta confiar en nuestro propio cuerpo. Yo proclamo que frente a la vivencia del parto, del nacimiento, de la lactancia y de la crianza -de esos primeros años de vida, hasta los 3 años-, que la madre escuche su cuerpo, escuche su parte visceral, que sienta que su cuerpo sabe.

La activista Verónica Garea afirma que, desde el punto de vista ecológico, amamantar garantiza la sustentabilidad de nuestro planeta, y reflexiona sobre cómo detrás y delante de la lactancia hay una comunidad que se pregunta sobre sus circuitos de consumo.

Cuando nace el bebé, es una época y una etapa dónde viene muy bien tener el apoyo de gente capacitada para que se pueda sostener la lactancia todo el tiempo que se desee sostenerla. Mucho se habla de que la leche materna es el alimento pensado por la naturaleza para los bebés, que su formulación permite el desarrollo óptimo del sistema nervioso, que promueve el vínculo, que fortalece a la sociedad, pero pocas veces nos detenemos a pensar que no existe otra manera de alimentación más ecológicamente responsable que la lactancia.

La lactancia materna no genera desechos más allá de los que la familia genera por sus actividades diarias: los restos de comida que alimenta a la madre, el agua que se usa para lavar la ropa y los utensilios de la familia. Por el contrario, la lactancia artificial genera deshechos en todas sus etapas, desde la producción industrial, su transporte y hasta el consumo.

Gustavo Sager es doctor en medicina y pionero creador del primer Banco de Leche Materna, sostiene que la existencia de una red operativa alrededor de una mujer cuya prioridad es amamantar a su hijo o hija es clave. Asimismo, comparte su visión profesional de los primeros momentos de un buen vivir.

En el comienzo de la vida hay que tratar de llegar a un parto sin intervenciones y lograr una puesta al pecho dentro de la primera hora de vida (llamada la hora de oro). Luego, dejar que la madre en internación conjunta amamante al bebé, sin dolor, sin horarios, lo que llamamos a libre requerimiento. Continuando en el hogar, de día y de noche, sin ningún otro líquido o comida hasta los 6 meses. A partir de entonces continuar amamantando acompañada por Alimentación Complementaria hasta los dos años o más. La lactancia facilita el vínculo madre-hija/o, de entrega y de placer que los une, fundamental los primeros tres meses de la vida y del cual depende el crecimiento y desarrollo saludable. Amamantar acaricia por dentro y evita principalmente infecciones, como la bronquiolitis.

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