El otro virus el hambre

El otro virus el hambre

Los datos de OXFAM Internacional son estremecedores. Cada minuto mueren 7 personas por COVID 19, pero hay otro virus cuyo impacto es aún mayor. Cada minuto perecen 11 personas por hambre en la actualidad . Cinco prominentes agencias de la ONU: FAO, FIDA, PMA, UNICEF y OMS, terminan de producir el Informe mundial 2021 sobre el estado de la inseguridad alimentaria.

El Reporte ONU, dice que la población con hambre aguda abarcaba al 8.4% de la población mundial en el año 2019. En 2020 pasó a ser el 10%. El hambre mata y enferma.


Según ha demostrado la UNICEF, los primeros 1000 días de vida de un niño son decisivos. Si no tiene la ingesta suficiente de nutrientes, sufrirá daños irreversibles. Sin calcio será raquítico. Sin zinc, sus funciones cerebrales no llegarán a conformarse plenamente, sin hierro tendrá anemia. Será asimismo muy vulnerable a virus y bacterias por la falta de defensas suficientes. Según el Informe, el 22% de los niños menores de 5 años sufren de retrasos en el crecimiento por el hambre, y la malnutrición. Junto al hambre aguda, se halla “el hambre silenciosa”, que significa no consumir los alimentos adecuados. El Informe estima que hay 2.300 millones de personas en esa situación. Son el 30% de los habitantes del planeta.

En África hay 282 millones de personas con hambre aguda, en Asia son 418 millones, en América Latina 60 millones. Hay hambre extrema en 55 países. Junto a las áreas conocidas de hambrunas, como el Sahel africano, Yemen, Nigeria y otras, han surgido nuevos focos de hambre emergente en países como la India, y Brasil.

La pandemia ha agravado las condiciones que generan el hambre, al lanzar a la desocupación, la pobreza y la pobreza extrema, a vastos contingentes de la mano de obra de las economías en desarrollo. También al empeorar las posibilidades de supervivencia en la economía informal, que suele ser en ellos la principal fuente de trabajo. A ello se ha sumado el agravamiento continuo del cambio climático. Diversas de sus expresiones como las olas de calor extremo, las sequías prolongadas, los huracanes crecientes, las inundaciones en gran escala, el incendio de amplias superficies boscosas, la pérdida de especies, han empobrecido al máximo a los pequeños campesinos, y los pescadores, que viven de la tierra y el mar. Ellos, que son productores directos de parte de los alimentos consumidos, no tienen lo necesario para satisfacer sus necesidades básicas.

Con frecuencia se percibe al hambre como una cuestión de escasez de alimentos, pero hay algo más profundo. El mundo produce hoy más calorías per cápita que hace 30 años, y por los progresos tecnológicos, genera alimentos para un 40% más que su población actual. Pero hay un tema de acceso a ellos, porque han aumentado las desigualdades, que son generadoras netas de pobreza. A lo que se suma que el precio de los alimentos tuvo un incremento récord del 40%.

De acuerdo al Informe ONU, y a OXFAM, la inseguridad alimentaria debe enfrentarse con políticas como entre otras: fortalecer la economía de los pequeños productores, bajar los precios de los alimentos nutritivos, transferir tecnología de punta de países de avanzada en soluciones agrícolas como por ejemplo Israel, y algunos de los europeos, apuntalar la resiliencia climática, mejorar el consumo saludable, reducir las inequidades.

Las metas de Desarrollo Sostenible 2030 adoptadas por la Asamblea General de la ONU, colocan como prioridad alcanzar el hambre cero. Las tendencias en desarrollo hacen que se esté retrocediendo.

Urge proteger el fundamental derecho humano a la seguridad alimentaria.

(*) Asesor de diversos organismos internacionales. Autor de 66 obras traducidas a múltiples idiomas. Premio Internacional CORRESPONSABLES de España 2020. Director de la Cátedra Sur Sur (UBA/ ONU). kliksberg@aol.com

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