Este lunes 21 de abril de 2025, el Vaticano confirmó el fallecimiento del papa Francisco a los 88 años, tras una prolongada lucha contra una neumonía. El cardenal Kevin Farrell, camarlengo de la Santa Sede, anunció que el pontífice “partió a la casa del Padre” . Con su muerte, concluye un papado que marcó un antes y un después en la historia de la Iglesia Católica.
Nacido como Jorge Mario Bergoglio el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Argentina, Francisco fue el primer papa latinoamericano, jesuita y no europeo desde el siglo V. Su elección en 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, representó un cambio significativo en la dirección de la Iglesia.

Antes de su pontificado, Bergoglio tuvo una destacada trayectoria pastoral en Argentina. Ingresó al seminario de la Compañía de Jesús a los 21 años y fue ordenado sacerdote en 1969. En 1992, fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires, y en 1998 asumió como arzobispo de la capital argentina. Su labor se caracterizó por un fuerte énfasis en la ayuda a los pobres y marginados, desarrollando programas de evangelización social y pastoral en las villas miseria, hospitales y entre personas sin hogar
Como papa, Francisco promovió una Iglesia más inclusiva y centrada en los pobres y marginados. Enfrentó la corrupción del Vaticano y los escándalos de pederastia, y fue crítico del capitalismo y los excesos del sistema económico, como se refleja en sus encíclicas “Laudato si” y “Fratelli tutti”. Su estilo austero y su enfoque pastoral lo llevaron a ser conocido como el “papa de los gestos”, acercándose a las personas en situación de vulnerabilidad y promoviendo una Iglesia más cercana a la realidad de los fieles.

La muerte de Francisco ha generado reacciones en todo el mundo. España decretó tres días de luto oficial, destacando su compromiso con los derechos humanos y la justicia social . Líderes internacionales han resaltado su labor en favor de los marginados y su lucha contra el cambio climático .
Con su fallecimiento, se abre una nueva etapa en la Iglesia Católica. El legado de Francisco, centrado en una Iglesia más humana y comprometida con los que sufren, perdurará como un faro de esperanza y transformación en tiempos de incertidumbre.